
29 Jun Viaje de Rubí a Katmandú. Capítulo 7
Relato de Rubén Surià
Turquia
La hilera de camiones parece que se acaba. Nos desvían, nos separan de los vehículos pesados y llegamos a una especie de peaje, la frontera Turca!
Esta frontera es casi como una europea. A los españoles nos permiten cruzar con el DNI o con el pasaporte. Nosotros decidimos hacerlo con el pasaporte, es más sencillo para ellos y están más acostumbrados a ver ese tipo de documento. El cruce y la declaración de lo que llevamos es rápida, tampoco se lo miran mucho. Nuestra primera parada, la ciudad más grande y cercana a la frontera.
Edirne.
Es la primera vez que entramos en un país 100% musulmán y nos impacta lo de siempre, el cambio drástico y brutal que te enseñan las fronteras. Las vestimentas de la gente, sobre todo la de las mujeres, es la que marca la diferencia. Al principio como nos ocurre cada vez que entramos en un país nuevo, nos cuesta adaptarnos y todo nos parece hostilidad. Lo que muchas veces percibimos como hostilidad es simplemente curiosidad. Aun siendo una zona fronteriza de las más cruzadas por los viajeros que realizamos esta ruta, siempre les debe sorprender ver dos astronautas encima de una moto que parece más un tanque con todos sus cachivaches.
Edirne nos empieza a enseñar las maravillas de este inmenso país, Turquía promete!
Compramos una de las cosas imprescindibles a nuestro entender, cuando sales de Europa y el roaming empieza a ser de pago, y es una tarjeta SIM. Es la primera vez que compramos una tarjeta fuera de España, pero no te ponen mucho impedimento, simplemente con el pasaporte ya te dan una con varios GB de datos y minutos para llamar a teléfonos turcos. Cuando adquieres este tipo de productos y ves lo que te cobran por la cantidad de GB y minutos que van incluidos en el precio, te das cuenta de que las compañías telefónicas en España nos estafan con este tema.
Las mezquitas, una de las edificaciones que más nos están llamando la atención. Es increíble lo bonitas que son, no sabemos si es porque es la primera que vemos, pero son preciosas.
La devoción que le tienen es espectacular. Nosotros lo notamos más quizás porque no es que seamos muy creyentes y menos aún practicantes.
Pero es curioso, a mi me recuerda a esas procesiones de semana santa donde la gente se vuelca con su virgen o su cristo con devoción absoluta.
Una de las cosas que hemos aprendido en Edirne es que no dejes cosas para hacer en viernes. Es su día festivo y su día de rezo. La mayoría de comercios están cerrados y encontraras prácticamente a todo el mundo en las mezquitas. Imagino que es como los domingos en la vida de los cristianos cuando van todos a la iglesia a misa.
Es como el proceso antes de entrar a las mezquitas. Es un ritual que no te deja indiferente. Siempre con respeto, no puedes evitar mirar como todos y cada uno de ellos repiten los mismos movimientos de limpieza para entrar a su lugar de culto lo más limpios y puros posibles.

Ya adaptados al país, reanudamos la marcha. Tenemos ganas de llegar a Estambul. Mar estuvo hace ya unos años, así que por mi parte en esta ocasión solo me queda dejarme llevar y que ella me guie que es la experta en esta ciudad.
La entrada a esta ciudad es abrumadora. Es inmensa, el tráfico es terrible, bastante caos aunque con cierta organización. Nosotros nos hospedamos en pleno centro, muy cerca de la Mezquita Azul y Santa Sofía. Por lo que nos tenemos que cruzar toda la ciudad y meternos en lo más profundo.
Ya con un mes y medio de viaje esta ciudad será nuestro campamento base durante 10 días. Queremos disfrutar de la ciudad ya que tiene mucho para ver y disfrutar. A parte, en Rubí, nuestra familia ha estado preparándolo todo para venirnos a visitar y han decidido que fuera en esta ciudad y para pasar fin de año juntos!

Estambul, una ciudad en la que hemos podido disfrutar de los atardeceres más bonitos que te puedas imaginar a la orilla del Bósforo. Ese canal que separa Europa y Asia, ese canal que estamos ansiosos de cruzar y poder decir que hemos atravesado todo un continente y vamos a por el siguiente.
De Estambul no os podéis ir sin visitar la Mezquita Azul, Santa Sofía y la Torre de Gálata. También dar un paseo por el inmenso Gran Bazar, recorrer sus calles, ir viendo como cambias de secciones dentro del mismo bazar. Sin darte cuenta cruzas una calle y pasas de la sección del oro a la de los dulces, sigues caminando y de la zona de ferretería a la de ropa interior.

Seguir recorriendo sus calles y llegar hasta el Bósforo, cruzar su puente ese que te cruza de Europa a Asia viendo a los pescadores como tienen sus cañas puestas en la barandilla del puente. Mezclarte con la vida de esta ciudad es fácil, es muy turística y te encontraras a gentes de todas partes del mundo paseando. Estambul no es una ciudad barata. Sino vas con cuidado en algún establecimiento de comida puedes salir escaldado con los precios que puedes llegar a pagar.
Como buen país musulmán, los dulces que tienen son espectaculares. Mar creo que no ha comido tantos dulces en su vida como los que comió en Estambul. En especial el más típico de allí, se llama baklaba. Hecho con pistachos y toneladas de miel y azúcar. Esta tremendo, con dos que comas quedas saciado para todo el día. Otra cosa típica son los tés, también, con toneladas de azúcar, aunque si te acostumbras a tomarlo sin, también esta muy bueno.
Fueron unos días increíbles, volver a ver a la familia y poderlos abrazar y reírnos juntos no tuvo precio. Pasamos unas navidades diferentes, son días para estar con la familia y el hecho de estar por primera vez a miles de kilómetros de ellos y estar en un lugar donde no se celebra la navidad era extraño. Los europeos pensamos que somos el ombligo del mundo con nuestras festividades pero hay millones de personas que tienen las suyas y para ellos simplemente son un día más. Supongo pues que lo mismo les ocurrirá a ellos…
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VIAJE DE RUBÍ A KATMANDÚ. CAPÍTULO 8